El próximo martes 23 de septiembre le diremos adiós al verano. Éste es un tiempo diferente en el Noviciado, ya que una gran parte de él la pasamos fuera de San Sebastián.
En la última semana de junio fuimos dejando nuestra casa rumbo a las distintas experiencias y misiones. El Hogar de San José del barrio de Natahoyo en Gijón, la comunidad jesuita de Durango, los campos de trabajo en Almería, las colonias del barrio del Raval en Barcelona, la visita a nuestras familias... fueron solo algunos de los lugares donde Dios siguió hablando en nuestras vidas.
Para los que entonces eran compañeros de segundo también fue un verano especial. Pepe, Andrés, Óscar y Borja pasaron un tiempo en las comunidades jesuitas de Loyola, Javier, Villagarcía de Campos y Alcalá de Henares, respectivamente. Además, en la primera parte del verano realizaron una de las experiencias a las que se refieren las Constituciones de la Compañía de Jesús como principales para el tiempo de noviciado: la peregrinación.
A continuación os ofrecemos el testimonio de Pepe:
"En el verano del segundo año de noviciado Andrés y yo hemos peregrinado desde el Santuario de Loyola (Guipúzcoa) a Santo Toribio de Liébana (Cantabria) durante quince días, de la mano del Señor, pidiendo cada día comida y alojamiento.
A lo largo del camino no sólo el paisaje cambió sino que nos ocurrieron muchas cosas: desde ampollas y lesiones, días de lluvia que nos dejaba empapados y calados, puertas cerradas y malos gestos, hasta días espléndidos de sol, personas formidables que nos abrían las puertas de su casa y de su corazón, risas y múltiples anécdotas.
He ido aprendiendo a caminar al ritmo del otro, a pararme y esperar, a no querer salirme siempre con la mía. El Señor me invitaba a caer en la cuenta de que yo no soy el centro y de que si como jesuita estoy llamado a servir a otros, necesito aprender a caminar junto a ellos".
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