Definir Villabetania simplemente como una
casa de acogida de Caritas, que alberga usuarios con VIH (SIDA) y organizada y
dirigida por las Hijas de la Caridad, sería faltar a la realidad. Porque esa
realidad necesita añadir las palabras familia, crecimiento, aceptación, salir
de uno mismo, .... Villabetania, situada entre Martutene y las Riberas de
Loyola, es una gran familia de personas. Merche más otras Hijas de la Caridad
que están encargadas de la manutención, servicios médicos, higiénicos,
domésticos son las protagonistas, pero existen un conjunto de actores
secundarios, que sin ellos, Villabetania no sería lo mismo: El equipo de
profesionales, que trabaja en el recinto, con la limpieza, la cocina, el
comedor, etc... Los familiares de los propios usuarios, que colaboran o en las actividades que se desarrollan allí. Y por
último, los voluntarios que participamos regularmente de talleres, salidas o
excursiones, completamos esa gran familia que es Villabetania.
El objetivo de los tres novicios que
asistimos dos veces por semana es
coordinar un taller (los jueves) que no tiene una temática concreta, sino tan
sólo busca, de alguna manera, establecer una comunicación, un diálogo, en el
que puedan sentirse interpelados por una realidad distinta a la que están
acostumbrados. Se trata por tanto, de ofrecer un tipo de "compañía",
de acompañamiento, de conversación diferente a la que tienen en su día a día,
sacándoles un poco de su rutina. Talleres en los que hemos podido ahondar en su
interioridad, trabajar algunos sentidos, discutir algunos temas polémicos, pero
sobre todo hablar, cantar, reír, incluso bailar.
Además de ese taller, los domingos
salimos a descansar y pasar un rato agradable después de una semana llena de
actividades, entrevistas, médicos, horarios... Un rato para seguir dignificando sus vidas, para reírse
y disfrutar de un aperitivo, un paseo o un pincho cerca del mar o la montaña. Cosas
cotidianas y pequeñas, que "rompen" con la rutina del día a día, y
descansan mental y físicamente a los usuarios y a los trabajadores.
Villabetania para mí es un encuentro real
con el Cristo que se encarna en los que sufren, que me interpela para intentar
acompañarles, algunas veces cargando con su propia cruz, otras simplemente,
escuchando, estando, hablando y otras riendo y disfrutando con total normalidad.
Los sentimientos de impotencia y
frustración son frecuentes, en ellos y en nosotros, pero se entremezclan con
las ganas, día tras día, de tirar para adelante, de sacar lo mejor de uno
mismo, de confiar en un Dios que no sólo les mira a ellos, sino que les acoge
como sus preferidos.
Villabetania es un GRACIAS en mayúsculas
por todo lo vivido y compartido, por todo lo recibido en este curso, y por todo
lo que generará en un futuro en nuestras vidas.
¡Nos vemos en septiembre!
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