Fueron dos días de convivencia, de diversión y esfuerzo, pero sobre todo fue un tiempo para aprender a descubrir a Dios en todas las cosas: en la naturaleza, en el silencio, en el compañero que marcha a nuestro lado, en "los otros" de nuestra vida y en el partir y compartir el pan.Finalmente llegamos, algo mojados eso sí, a Arántzazu donde la Nuestra Señora nos esperaba con los brazo abiertos para poner el punto final a esta bonita experiencia. ¡Esperamos que pronto podamos repetirlo!

Que bien que se os ve!!!! Adelante! Un saludo leridano ; )
ResponderEliminarblanca