Como viene siendo habitual, el día 5 de enero la comunidad del noviciado visitó el Santuario de Loyola. Allí en la casa natal de San Ignacio, tuvimos la suerte de celebrar juntos la eucaristía y de agradecer al Señor tanto bien recibido en el año recién concluido.
Posteriormente nos unimos a la comunidad de jesuitas para celebrar una comida fraternal. En los mismos salones donde centenares de compañeros han comido antes que nosotros pudimos disfrutar de los manjares azpeitiarras y de las historias de nuestros mayores. El cariño y la acogida nos hicieron sentir una vez más que estábamos en casa.
Por último no podíamos dejar de pasar, antes de volver a San Sebastián, por la enfermería donde viven los compañeros que han entregado toda su vida a Dios y a los hombres y ahora necesitan descansar en sus últimos años. Todos ellos son para nosotros ejemplo y motivo de agradecimiento al Padre.
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