Al concluir los días de descanso en Zaragoza tocaba regresar a la vida cotidiana en San Sebastián pero en el camino de vuelta nos detuvimos en el monasterio de Veruela, al pie del Moncayo, que durante casi cien años fue noviciado de la Compañia de Jesús.
Tras los muros de la antigua abadía cisterciense pudimos admirar los lugares que tantas veces habíamos escuchado en las historias de nuestros compañeros más mayores. Guíados por los jesuitas Luis Úrbez y Ramón Correcher, a los cuales agradecemos su tiempo y atención, fuimos recorriendo las estancias que se encuentran abiertas al público, incluyendo su monumental iglesia gótica y el claustro.
Al finalizar la visita volvimos a nuestro noviciado en San Sebastián para continuar con nuestra formación contentos de ser parte de la larga lista de hombres y mujeres que han gastado su vida anunciando la Buena Noticia del Evangelio por todo el mundo.
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