A lo largo de un día de talleres pudimos acercarnos a la oración desde dos perspectivas: el silencio y la palabra. De este modo, la mañana la dedicamos a descubrir como el silencio exterior e interior nos permite encontrarnos con ese Dios que ya habita en nosotros, mientras que la tarde la empleamos a profundizar en la oración vocal y en como la repetición puede ayudarnos a intuir el misterio de Dios.Fue un privilegio contar con la experiencia de Alberto y queremos agradecerle su tiempo y su cariño. Le pedimos también al Padre que le acompañe en su misión, tanto en la universidad como en su próximo viaje a China.

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