Mientras nuestros compañeros de 1º continuaban haciendo el mes de Ejercicios Espirituales, los novicios de 2º seguimos adelante con nuestra formación. Durante 3 jornadas (21-24 de enero) Daniel Izuzquiza, SJ, director del Centro de Reflexión "Alberto Hurtado" en Madrid, nos ha impartido un curso sobre el compromiso con la fe y la justicia en la misión de la Compañía de Jesús. Hemos recorrido los documentos de las últimas cuatro Congregaciones Generales y conocido el estado actual del sector social de la Compañía en España.
Para comprender mejor qué ha supuesto este curso, Pepe nos relata qué ha significado para él.
Cuando en 1975 la Compañía de Jesús reflexiona y vuelve a sus raíces encuentra en el servicio de la fe y la promoción de la justicia su misión. Si releemos la historia descubrimos que de acuerdo a unas causas, estructuras y maneras de pensar concretas existen personas pobres y excluidas.
La promoción de la justicia tiene que ver con acciones en contra de aquellas causas que generan pobreza y exclusión. Lo fundamental es desde dónde miramos la realidad y actuamos sobre ella. La espiritualidad Ignaciana, que nos invita a contemplar a Jesús que se encarna, vive, sufre y muere en nuestro mundo, nos hace profundizar, tener una visión más aquilatada. Con esa mirada que transciende lo sensible y nos ayuda a taladrar la realidad, caemos en la cuenta de que no es posible una promoción de la justicia si ésta no nace de la fe. No podemos desligar fe-justicia de la misión de la Compañía. Nuestra misión nace del Amor de Dios encarnado en el mundo, en las diferentes culturas y para ello es necesario el diálogo, el respeto y el discernimiento.
Me consuela mucho, al leer y estudiar los documentos de la Compañía de Jesús, esa opción por el mundo, con los pies en el suelo, sabiendo que no somos perfectos, es más, pecadores, pero con la certeza de que Dios nos llama a trabajar junto a Él. Las comunidades de solidaridad (grupos humanos que hacen de la solidaridad el motivo de su existencia y el centro de su actuación, capaces de transformar la cultura por esa manera de relacionarse) de las que habla uno de los documentos, me invitan a salir de mí mismo para poner en el centro al otro como Terreno Sagrado donde habita Dios. Sin duda es un reto importante, pero un reto que nos anima y alienta, porque depositamos nuestra confianza sólo en Jesús, que es la cabeza de nuestra Compañía.
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